La Teoría del Caos nació de las matemáticas y tuvo como precursor al francés Jules-Henri Poincaré que fue matemático, astrónomo teórico y filósofo de la ciencia. La conjetura de Poincaré es uno de los problemas recientemente resueltos más desafiantes de la topología algebraica, y fue el primero en considerar la posibilidad de caos en un sistema determinista, en su trabajo sobre órbitas planetarias.
Hacia 1960, Lorenz se dedicaba a estudiar el comportamiento de la atmósfera, tratando de encontrar un modelo matemático que permitiera predecir el comportamiento de grandes masas de aire, es decir, que permitiera hacer predicciones climatológicas.
Pero, Lorenz recibió una gran sorpresa cuando observó que pequeñas diferencias en los datos de partida, algo aparentemente tan simple como utilizar 3 ó 6 decimales, llevaban a grandes diferencias en las predicciones del modelo. De tal forma que cualquier pequeña perturbación, o error, en las condiciones iniciales del sistema puede tener una gran influencia sobre el resultado final.
De aquí surgió el nombre de efecto mariposa que, desde entonces, ha dado lugar a muchas variantes y recreaciones.
Se denomina, por tanto, efecto mariposa a la amplificación de errores que pueden aparecer en el comportamiento de un sistema complejo.
En todo caso, la mejor lección para la arquitectura que se puede sacar de la Teoría del Caos es precisamente la imposibilidad de hacer arquitectura sin orden, sin una lógica explicable y razonable que haga entender porqué las cosas acaban siendo como son.
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